miércoles, 1 de agosto de 2012

Portada del libro


Título de la obra


Contra el olvido


Obra poética de Armando Tejada Gómez
Breve antología

(un poema por libro ordenados cronológicamente)

La raíz del canto


La raíz del canto ( fragmento)

Recordar los orígenes:
que la piedra es la piedra, el árbol es el árbol
y la tierra es la tierra.

Que la carne, tu carne, mi carne, se repite
igual, original, animal y primera.

La tierra está en la tierra,
y el hombre sobre ella con sabor de raíces,
volviendo del fantasma con el amor a cuestas
como un hombro de luz.
un río de preguntas agotado en respuestas.

El hombre es lo que ama: mujer, luna, alegría,
cierta ebriedad del pulso, hondo reloj de arena
con su gota de sangre.
Pero una gota insomne como el sol.

Atravieso sus carnes
andando desde su alma
apartando los climas
hasta mi rostro vengo
...................................
Que te talle la aurora
una línea desnuda.
Que el mar murmure voces
que afinen tu laringe.
que del bosque y la selva
guardes olor de pinos.
Que vengan las montañas
a darte la estatura.
Que un mundo de arcoires
te incruste los colores.
Que te inunde el paisaje
la boca y los sentidos
.................................
Te denuncio, te acuso el rostro y la mirada.
Ahora te recuerdo la abierta Pacha Mama,
tiempo y tierra que aguardan
tu despertar,
tu sino,
tu salud de la muerte,
tu alegría del grito,
el amor por tu carne,
la risa de estar vivo
diseminando niños:
Con un juego de lunas,
la uva y un barquito,
que se pierde en la acequia
jugando al infinito.

Estar.
Permanecer.
Vertical.
Estar para el amor, simplemente,
creando
el camino del hombre que estamos aguardando

Me pierdo por los besos,
la canción,
los abrazos:
las brújulas brillantes, universales,
blancas.
Llamo desde mis hombros las grandes resonancias
Con un vaso de vida chorreándome las manos.

Nunca más de rodillas,
nunca más a pedazos,
nunca más a la muerte
sin haber respirado.
Nunca más como topos,
nunca más acosados.
El hombre por sí mismo
hasta él mismo lanzado,
hasta su enverdagura,
hasta el hombre soñado.
Nunca más a las armas,
Nunca más al soldado.
Proyectarse hasta el otro
hasta el mejor logrado.
Búscate por tu rostro,
lávate con mi canto.

Estoy en la esperanza.

Despertarás conmigo

Con un pan y una estrella,
alumbrando los siglos.

Pachamama ( 1953/ 1955)

Historia de tu ausencia

Historia de tu ausencia ( 1957)
 (fragmento)

Amor,
yo vine de un puñado rojo,
de maltratada gente que conoces
porque ya te mostré cómo sonríen,
cómo esperan a diario
                                    y me construyen
este arduo diapasón, estos flancos
de avanzar y crecer y de construirnos.

Vengo de conocerlos en lo oscuro,
en cada frustración llena de estragos,
en donde un día concibió mi padre
su memoria que vuela en mi guitarra
cuando yo no era más que su fatiga,
apenas su pupila,
                           apenas aire
y él juntaba las voces andariegas
iba entre sus amigos relatándome,
soñándome cuando decía: espero
o cuando sin decirlo me esperaba
................................................
Amor,
          me quedo sin decir tu nombre
porque tendría que inventar palabras
para que lo comprendan las palomas,
la miel,
           la uva terminada en marzo.
Tú no te vas de mí.
                              Ahora quedas
incorporada a mi silencio diario.
Toda vez que me mire la alegría
subirá tu presencia hasta mis labios:
definitivamente mi sonrisa
te traerá a la luz desde mi sangre.

Tal vez le diga a alguien que has estado
-no sé qué tiempo,
                             nunca sabré cuánto-
junto a mis soledades tumultuosas
llenándome de coplas la guitarra.

Si alguien te preguntara cómo entiendo
la vida y el amor, has de decirle
que no creo en la muerte,
                                        que hace mucho
salí a besar la frente de los niños.

Coplera del prisionero

Coplera del prisionero

Estamos prisioneros,
carcelero:
yo de estos torpes barrotes,
tú del miedo.

¿ Adónde vas que no vienes
conmigo ,a empujar la puerta?
no hay campanario que suene
como el río de allá afuera.

Como el que se prende fuego
andan los presos del miedo:
de nada vale que corran...
¡ el incendio va con ellos ¡

No hay quien le quite la suerte
al dueño de los candados:
murió con un ojo abierto
y nadie pudo cerrarlo!

No sé, no recuerdo bien
qué quería el carcelero...
¡ creo que una copla mía
para aguantarse el silencio!

Es cierto: muchos callaron
cuando yo fui detenido
¡ vaya con la diferencia:
yo preso, ellos sometidos!

Le regalé una paloma
al hijo del carcelero.
Cuentan que la dejó ir
tan sólo por verle el vuelo...

¡ Qué hermoso va a ser el mundo
del hijo del carcelero!

Antología de Juan ( 1958)

Espera del Pedro Changa

Espera del Pedro Changa

Lo soñaron jinete, carpintero,
capitán de las lluvias del verano;
de niño lo querían de oro nuevo,
minero del salar, sabio artesano.
Porque las madres juegan a la espiga,
húmedas sus canciones de milagro,
rodeando a sus niños de luciérnagas
en la tierra bandera del regazo.

Si a uno le diera por tocar la pulpa,
lo más sobrellevado por los años,
haría fondo al fondo del anhelo
que el Pedro Changa se quedó esperando
con ese modo suyo de ir haciendo
cigarrillos y estibas de cansancio
hasta ponerse de humo y ser espeso
como el pájaro oscuro del tabaco.
........................................................
Fue a la Pampa en enero porque el trigo
había puesto de oro la distancia
y en marzo fue subiendo hasta las uvas
que el sol de Cuyo preña de tonadas;
después entró al maíz, Santa Fe, arriba,
y desgranó sus dientes sin ganancia
cuando mayo tenía ya los ojos
amanecidos de violenta escarcha.
Julio lo vio trepar sobre los trenes
hacia el azúcar agrio de la zafra
y volverse algodón todo septiembre
con el Chaco colgado a las espaldas.

Caminos de jornal ha andado el Pedro
por todos los caminos de la patria
para volver al fin ya sospechando
que hay algo en todo esto que no anda,
por más que él ponga el hombro
y que sus manos
le hayan quedado anchas como el mapa.

La desocupación junta a los hombres
en la aurora trizada de la calle,
los ordena de gris, los alinea
con una misma espina atravesada.

Cada uno está solo con los otros
buscándose cigarros y palabras
mientras se cuentan hijos y decesos
y pormenores de la mala pata.

Entonces se le ve la traza al Pedro
fumándose hasta el pucho la esperanza,
apoyado en los hombros del silencio
y buscando salidas a sus ganas.

Los compadres del horizonte  (1960)

Tregua del día

Tregua del día

El mediodía huele a su naranja.
Sobre la mesa fulge un pan reciente
y el vino capitán guía su barca.

                                        Hoy es día de pago
y está pleno,
                    Está sobre el mantel repantigado
con un florero gordo en el ombligo,
redondo en la ternura de la casa.
¡Cómo huele la flor de la cocina!
¡ qué panzada de amor hierve en la hornalla!
Una alquimia laurel sueña en la olla
la danza material de las cucarachas,
zahumando la antigua brujería que sube en el vapor,
que anda en el aire,
con su cesta floral poniendo aroma
en al voz aromada de la Paula.

A esta hora viene.
                            Ella lo mira
Por el ojo guardián de la ventana
y él abraza la fiesta de sus niños
y se viene racimo por el patio,
                                               preguntando sucesos pequeñitos
tropezando en el perro,
                                    a carcajadas,
bebiéndose los ojos de los hijos,
                                                   sintiéndolos crecer entre
los brazos,
como sucede siempre a esta hora
que el mediodía huele a su naranja.

¡Qué nacional su voz!
Qué idioma hermoso suena en su nombre
cuando llega y llama y dice traeme agua y ella corre
con el rocío que guardó en la jarra,
el agua mañanera,
                                          la del día,
la que le lava el polvo y el cansancio:
él se mete en su euforia,
                                       chapalea,
se salpica de vidrios las pestañas
hasta que queda nuevo como un potro
que fuera por la lluvia galopando.

con los niños detrás,
                                 dándole vueltas,
moliendo el cascabel de las palabras,
                                                         va,
se sienta con ellos a la mesa
a presidir la bulla de sus pájaros.

Si se vieran vivir!
                           Si les dijeran
Que ésa es la paz,
                            Si fueran a decirles:
-la paz del mundo vive en esta casa!
Qué ojos de no saberlo que pondrían!
                                               Qué fábula de asombro!
¡ pobre Paula!
                        No atinaría más que a servir vino
y a ofrecer de lo poco su bocado,
porque hasta entender bien, qué pasaría?
qué haría él en medio de sus pájaros?
mirando a esos señores en la puerta,
                                                           oyéndolos:
-la paz vive en su casa
-ésta es la paz que sueñan los que sueñan
                                                              - la paz?
-la simple paz que hay en su casa!

Pero,
        déjenlos.
                       No tricen esto.
De algún modo vital ellos lo saben.
Por algo él busca firmas en las noches
y es vocal titular del sindicato.

Hoy es día de pago,
                               día pleno:
el vino capitán canta en los vasos,
mientras la Paula sirve la comida
y el mediodía huele a su naranja.

Ahí va Lucas Romero ( 1962)

Primera soledad


Primera soledad

Hoy mi madre no me quiso.
la he rondado horas enteras
vestido de capitán,
de mago, de marinero,
pero nada, no me quiso
ni me ha pegado siquiera.

Salgo a morir al baldío
Volteando todas las puertas.

Arde el sol en el silencio
amarillo de la siesta.

Ni gatos ni vigilantes.

Sólo la calle desierta.

¿ Cómo me voy a morir
sin que mi madre me vea?

Luz de entonces( 1963)

Canción de un peso

Canción de un peso

 Hoy, al salir de casa,
me encontré una moneda.
 Un peso. Un sol
mondo y lirondo de metal.
Bueno, yo sé que nada
se compra con un peso:
ni un fósforo
ni un barco
ni una espiga
ni un pan,
pero dije: es mi día
de suerte. Hermoso día!
Y con el sol delante
me puse a caminar...

 Llamé a todas las puertas
y no encontré trabajo
ni un fósforo
ni un barco
ni una espiga
ni un pan;
el día, como siempre,
retiraba sus redes
Y, con la tarde a cuestas,
tuve que regresar.

 La gente de mi pueblo
apenas gana un peso.
Un peso. Un sol
mondo y lirondo de metal
Sabe que poco y nada
puede comprar con eso:
ni un fósforo
ni un barco
ni una espiga
ni un pan.
Sin embargo mi gente,
la gente de mi pueblo,
con todo el sol delante
se ha puesto a caminar...!

Tonadas para usar ( 1967)

Capítulo 2


Capítulo 2


Yo, simplemente vine a nutrirme de asombro. En mi niñez, recuerdo, me anegaba lo bello como un agua sencilla. Ni siquiera recuerdo cuándo dolió primero esta sangre que llevo. No hay una fecha exacta del arribo al espanto. Entraba a los misterios como Juan por su casa y andaba enloquecido de tanta maravilla. Todo esto sucedía de manera inocente. No escuchaba el crujido, las roturas del día ni el dolor de los árboles gastados por el viento. Simplemente crecía: con la simple opulencia de un fruto en el verano. Ni sabía que lo hermosos era hermoso: mi padre inaccesible con su sombra gigante, mi voz, que no sonaba aún sino por dentro, el aroma a regazo que envolvía a mi madre. Era como el reverso de la muerte y el grito. Andaba por la vida húmedo de milagro.
No digo que recuerdo, pero mi país era casi de un verde siempre. Por donde uno anduviera lo seguían los árboles. El canal rumoroso lo partía en el medio y luego se perdía por los cañaverales. Mi país era bueno, loco de puro grillo, lleno de sol, maduro, con sus lentos caballos. El agua, madre y greda, verde de yerba mota, nos lavaba el racimo de las uvas moradas.
Jugábamos al río con el Canal crecido, robábamos duraznos de corazón dorado, hacíamos fogatas altas como nosotros y esperábamos siempre que sucediera algo. Allí supe que puede suceder lo increíble apenas uno quiera penetrar y habitarlo y sólo estar y estarse padeciendo el misterio, quietecito, en silencio: sometido al silencio potente de la sangre.

De esa verde memoria es que conozco el llanto.
Traía un pan enorme. Detrás de mí la tarde se iba poniendo pálida. Entré en el callejón desenredando un silbo que quería aprender y que no había caso...
Fue cuando abrí la puerta que el llanto se me vino. La casa estaba llena de ese clamor extraño. Nadie me vio. Era el grito. Su primer estallido. Mi madre como un trapo con el rostro en las manos. Mis hermanos, el perro, la soledad más terca y el miedo, el lento miedo cavando en mi garganta: de golpe el llanto crudo, su jauría en mi casa.
¡ Papá!,- grité, ya herido por el miedo y el grito. Y me volví a buscarlo sin saber que lloraba. Cuando entré al Callejón la tarde ya era vieja. Yo corría aterrado en busca de mi padre.
Después regresé al llanto, solo como el olvido, y un gran río de sombras me aguardaba en la casa.

Amanecer bajo los puentes.( 1970)

Milonga de los asados


 Milonga de los asados ( fragmento)

Cuando el día clava el cacho
igual que un toro cansado
y se va yendo la tarde
Detrás del último pájaro,
veo venir los amigos
por el crepúsculo manso
y un fino polvo de júbilo
se levanta de sus pasos.
En la leña, quema avispas
el corazón del quebracho.
........................................
que en este país que somos
ya tiniebla, ya relámpago,
la amistad celebra misa
en el ritual del asado.
...........................................
Cuando mi argentina gente
se reúne en los asados,
enseña un modo de ser
generoso y  solidario,
porque el que asa para él solo
suele morir de arrebato
y aunque le saquen la brasa
lo mismo queda pasmado.
Son las vueltas de la vida
y a vueltas se hace el asado.

Cuando la luna curiosa
se sube a los altos álamos
me gusta cantar a dúo
y compartirme en el canto..
Entonces me crece el sueño
de un día no muy lejano
en la que mi pueblo ancho
amanezca liberado.

¡ Va a ser de ver por el cielo
el humo de los asados!

Canto popular de las comidas (1974)

Salmo Vivo


Salmo Vivo

Por los cuatro vientos
que dan a la vida,
Enrique Angelelli
vuelve predicando
al Señor del pobre,
al Jesús obrero,
al Dios compañero
de los explotados.

Enrique Angelelli,
asumido salmo,
profeta de América,
Monseñor del llano,
venga a nos el cáliz
de tu alta palabra,
vuelva a nos tu simple
ternura descalza.

Hermano profundo
tu nombre se reza
En las redimidas
campanas del alba,
Porque por tu credo
De los oprimidos,
El sermón del pueblo
No te llora:¡ canta!

La muerte, ese artero
salario del miedo,
te cercó en la yerta
Punta de los Llanos
y se fue vacía.
No pudo contigo.
La sombra no pudo
con tu llamarada.

La luz solidaria
que fue tu Obispado,
alumbra el camino
de los humillados.
¡Por los cuatro vientos
que dan a la vida,
tus pobres del mundo
avanzan cantando!...
Carlos Paz. 1986

( de los Nuevos poemas de Juan de Antologia de Juan (1988) 

El castillo de naipes

El castillo de naipes

   Era ladrón y bello. Nos ponía
las cartas de trampear sobre la mesa.
Se podía apostar. Si uno quería
le jugaba jugando la inocencia.
Pero él nos advertía. Preguntaba
si estábamos seguros, si la apuesta
no haría daño a nadie y si podíamos
pagar nuestra inconciencia.

 Nosotros, ese pueblo presumido,
amarillo de trigo, harto de vides,
petroleros a ciencia y a conciencia
Creíamos aún que bien valía
Tirar canas al aire, usar el crédito
a cuenta de los pobres que pagaban
con su trabajo nuestro aburrimiento:
las misas del domingo, las comidas
estrepitosas de la parentela,
el sexo cotidiano, el perro en la plaza muerta.

 Era hermoso el ladrón. Tiró las cartas
Y nos ganó, de uno en fondo, las cosechas,
el tractor, el ganado, los galpones,
el forraje, la aguada, las viviendas
y cuando habíamos perdido todo
y ya , matar el ocio, no era fiesta,
Nos dio crédito, plazos, intereses,
contratos y dogales, hipotecas
de este siglo hasta el otro de manera
que ya nadie se aburra y todos jueguen
el póker mágico de latinoamérica.

Se fue, llevándose hasta los suspiros,
pero dejó en la mesa su tarjeta:
Fondo Internacional. Así de simple.
Y Wall Street a secas.

Bajo estado de sangre (1983)

Niñerías

Niñerías


Los niños nunca mienten:
imaginan.
En esas travesuras
les va la vida.

Por eso del futuro,
no obliguen  a los niños
a que me estudien:
enséñenles mi canto.
y cuando ya los harte
mi canción,
que aprendan a cantar
su propio canto.

El pentragrama del futuro
es mudo
y se escribe cantando.
Los pueblos son poemas
y los niños
de un siglo y otro siglo,
son los únicos
que pueden descifrarlos.

Yo inventé una canción
cuando era niño
sin estudiar a nadie.
Por eso debe ser
que, a medio siglo
de aquel niño que fui,
sigo cantando.

Cosas de niños ( 1991)